RACISMO, DISCRIMINACIÓN SOCIAL Y COMPLEJO DE INFERIORIDAD
¡VIVA CHILE!
¡VIVA CHILE!
Por: Jorge Rubio
No hay ningún ser humano que sea superior a los demás. La única diferencia es el conocimiento o educación de cada persona, o el grado de estupidez que se aloja en su cerebro.
La discriminación racial es un concepto que suele identificarse con el de racismo, aunque ambos conceptos no coinciden exactamente. Mientras que el racismo es una ideología basada en la superioridad de unas razas o etnias sobre otras, la discriminación racial es un acto que suele tener su origen en una cuestión ideológica, aunque no siempre es así.
El concepto de la Discriminación Racial abarca desde una broma bien intencionada hasta la implementación de Políticas de Estado o Criterios de Estado que colocan a las personas de determinado grupo racial en una condición de marginación social, sin los canales correspondientes para que de manera colectiva puedan salir de esa condición. Menosprecia y subvalora la organización cultural, social, religiosa de un grupo en particular.
¿Es Chile una sociedad racista?
En nuestro país, la discriminación racial ha sido muy fuerte, aunque disimulada. De niños nos marcaron, peyorativamente, con el mote de “pelusa”, “guacho”, “roto”, etc. etc. a quienes viven en condiciones de pobreza. Ya mayores escuchamos el cínico “pobre, pero trabajador”, “morenito, pero simpático”, o de “indios” a “aquellos porfiados”. Dichos que, si bien pueden no ser conscientemente malintencionados, muestran la profundidad en que está alojada en la cultura de las personas.
Hoy somos parte, o testigos, de dos de los casos más emblemáticos que atraviesan nuestra sociedad en esto del racismo: El desprecio con el que los chilenos tratan a los habitantes de países como Perú o Bolivia es redundante. Como así también la invisibilización del mestizaje en nuestro propio país.
Un ejemplo más fresco de este racismo inherente se ha dado con los ciudadanos peruanos que llegaron al país buscando mejores expectativas y que han sufrido la "acogida del chileno". Muchos de ellos viven hacinados, reciben los peores trabajos, con salarios que muchas veces están por debajo del salario mínimo, debido al aprovechamiento que hacen los empleadores de su situación irregular, no teniendo ninguna protección laboral y al margen de los sistemas de salud, educación y vivienda. A lo que se suma la acusación desde los sectores más pobres económica y culturalmente de nuestra población, “de que vienen a quitarles el trabajo a los chilenos”.
Estos brotes xenófobos, que suele surgir en el contexto de altos niveles de cesantía, tienden a permanecer en el tiempo, generando odiosidades que trascienden largamente el momento presente. Y esta odiosidad se focaliza en los peruanos. Y no importa que estos sean bolivianos o ecuatorianos.
Hasta el año 2002 (censo de ese año) teníamos que la principal colonia extranjera correspondía a la colonia de argentinos con un 26%, seguida por la colonia de peruanos con un 21% y bolivianos con un 6%. En menor cuantía se ubicaban brasileños, venezolanos, colombianos, uruguayos y paraguayos. Pero nadie en Chile reclamó ni reclama contra la presencia de argentinos, ni menos por la invasión del campo laboral por parte de éstos. Es sólo cuestión de color de piel.
Estadísticas del Departamento de Extranjería más recientes indican que los peruanos han pasado a ocupar el primer lugar de los inmigrantes en el país, aunque no existen cifras oficiales que permitan confirmar aquello.
La situación de los mapuches tiene su propia particularidad. El hecho de que los mapuches que han llegado a las ciudades en busca de trabajo estén focalizados en áreas laborales determinadas, tampoco es casual. Son sectores en los que no se les exige estudios, son labores de gran desgaste físico, y no se les ve demasiado. Es el caso de las panificadoras, la construcción y el servicio doméstico, reductos en los que se ha establecido la migración mapuche. Sólo es cosa de fijarse un poco y preguntarse por qué no hay cajeras/os en los bancos con rasgos mapuches, o vendedores/as de AFP o seguros, o en las grandes tiendas, por ejemplo.
No hay ningún ser humano que sea superior a los demás. La única diferencia es el conocimiento o educación de cada persona, o el grado de estupidez que se aloja en su cerebro.
La discriminación racial es un concepto que suele identificarse con el de racismo, aunque ambos conceptos no coinciden exactamente. Mientras que el racismo es una ideología basada en la superioridad de unas razas o etnias sobre otras, la discriminación racial es un acto que suele tener su origen en una cuestión ideológica, aunque no siempre es así.
El concepto de la Discriminación Racial abarca desde una broma bien intencionada hasta la implementación de Políticas de Estado o Criterios de Estado que colocan a las personas de determinado grupo racial en una condición de marginación social, sin los canales correspondientes para que de manera colectiva puedan salir de esa condición. Menosprecia y subvalora la organización cultural, social, religiosa de un grupo en particular.
¿Es Chile una sociedad racista?
En nuestro país, la discriminación racial ha sido muy fuerte, aunque disimulada. De niños nos marcaron, peyorativamente, con el mote de “pelusa”, “guacho”, “roto”, etc. etc. a quienes viven en condiciones de pobreza. Ya mayores escuchamos el cínico “pobre, pero trabajador”, “morenito, pero simpático”, o de “indios” a “aquellos porfiados”. Dichos que, si bien pueden no ser conscientemente malintencionados, muestran la profundidad en que está alojada en la cultura de las personas.
Hoy somos parte, o testigos, de dos de los casos más emblemáticos que atraviesan nuestra sociedad en esto del racismo: El desprecio con el que los chilenos tratan a los habitantes de países como Perú o Bolivia es redundante. Como así también la invisibilización del mestizaje en nuestro propio país.
Un ejemplo más fresco de este racismo inherente se ha dado con los ciudadanos peruanos que llegaron al país buscando mejores expectativas y que han sufrido la "acogida del chileno". Muchos de ellos viven hacinados, reciben los peores trabajos, con salarios que muchas veces están por debajo del salario mínimo, debido al aprovechamiento que hacen los empleadores de su situación irregular, no teniendo ninguna protección laboral y al margen de los sistemas de salud, educación y vivienda. A lo que se suma la acusación desde los sectores más pobres económica y culturalmente de nuestra población, “de que vienen a quitarles el trabajo a los chilenos”.
Estos brotes xenófobos, que suele surgir en el contexto de altos niveles de cesantía, tienden a permanecer en el tiempo, generando odiosidades que trascienden largamente el momento presente. Y esta odiosidad se focaliza en los peruanos. Y no importa que estos sean bolivianos o ecuatorianos.
Hasta el año 2002 (censo de ese año) teníamos que la principal colonia extranjera correspondía a la colonia de argentinos con un 26%, seguida por la colonia de peruanos con un 21% y bolivianos con un 6%. En menor cuantía se ubicaban brasileños, venezolanos, colombianos, uruguayos y paraguayos. Pero nadie en Chile reclamó ni reclama contra la presencia de argentinos, ni menos por la invasión del campo laboral por parte de éstos. Es sólo cuestión de color de piel.
Estadísticas del Departamento de Extranjería más recientes indican que los peruanos han pasado a ocupar el primer lugar de los inmigrantes en el país, aunque no existen cifras oficiales que permitan confirmar aquello.
La situación de los mapuches tiene su propia particularidad. El hecho de que los mapuches que han llegado a las ciudades en busca de trabajo estén focalizados en áreas laborales determinadas, tampoco es casual. Son sectores en los que no se les exige estudios, son labores de gran desgaste físico, y no se les ve demasiado. Es el caso de las panificadoras, la construcción y el servicio doméstico, reductos en los que se ha establecido la migración mapuche. Sólo es cosa de fijarse un poco y preguntarse por qué no hay cajeras/os en los bancos con rasgos mapuches, o vendedores/as de AFP o seguros, o en las grandes tiendas, por ejemplo.
El pueblo mapuche ha tenido que sufrir en el devenir histórico agresivas políticas racistas, colonialistas, genocidas, patriarcales, de enorme violencia estructural, las que, lamentablemente, se siguen proyectando hasta nuestros días. La actitud parcial y racista de las autoridades, de los servicios de seguridad y los tribunales de justicia lo ha dejado claramente establecido. Hoy se les niega a los pueblos indígenas, en general, que sean sujetos y titulares de sus Derechos. Reconocerlos sólo en aspectos folklóricos, son actos de mala fe, de racismo institucional y que contraviene la progresividad en estas materias que ocurre en el mundo.
En Chile, más que racismo lo que hay es discriminación social y complejo de inferioridad cuando nos comparamos a los habitantes del llamado "primer mundo".Existe una tendencia a sobrevalorar lo que proviene del exterior y no reconocer los elementos positivos de nuestra idiosincrasia. En esta visión errada influyen los medios de comunicación que alimentan prejuicios y desvirtúan la realidad, en favor de una clase social que venera el consumo, el poder económico, el arribismo y el anhelo de "igualarse" a eso que consideran “superior”. Un ejemplo clásico de esto es el empleo, cada vez mayor, de la invasión de palabras del idioma inglés en nuestra relación cotidiana, en desmedro de nuestra propia lengua
El racismo nace de la ignorancia, nace del considerar "lo nuestro" como superior a "lo ajeno" - lo que puede empezar con un simple patrioterismo barato y terminar con un pueblo tratando de exterminar a otro.
La única razón del por qué existen personas que creen que son superiores en alguna forma a los demás es debido al egoísmo y falsos conceptos, que las clases dominantes deliberadamente acentúan para poder tener carne de cañón para sus guerras sin sentido y poder perpetuar su dominio a través de la ignorancia.