Utopías y fundamentalismo. Crónicas desde Irán
Por:Fernando Camacho Padilla
- ¡Barcelona! ¡Messi! Esas son las dos primeras palabras que mencionan los iraníes cuando se enteran que soy español. Las preguntas que le siguen suelen ser cuál es mi ciudad y cuál mi equipo de fútbol favorito. Si digo otro que “Barcelona”, se decepcionan. La conversación empieza por ahí. Después viene mi nombre, si tengo familia, en qué trabajo y cuánto tiempo estaré viajando por Irán.
La referencia es el fútbol, la segunda religión en el país después del islam. En España ya es la primera, superando desde hace tiempo al catolicismo.
Nada puede estar más equivocado que los discursos que se escuchan en el mundo sobre Irán. Prácticamente no se encuentra policía ni militares (exceptuando los controles de tráfico), la gentes es la más amable y conversadora que hasta ahora he podido encontrar viajando por el planeta, y su nivel cultural está entre los más altos del mundo árabe. Me ha llamado la atención la gran cantidad de librerías que hay por las calles. Muchos conocen mejor a España y algunas palabras de castellano, que cualquier español promedio sobre Irán o el farsi.
En Occidente se acusa a Irán de ser un país fundamentalista. Pero, ¿quiénes son los fundamentalistas? ¿El pueblo entero? ¿Un grupo que controla políticamente el país? Se entiende, supongo, por fundamentalismo religioso. Pero, ¿desde cuándo practicar una fe ha sido un crimen? Recientemente estuve en la principal ciudad religiosa del país, Masshad, a donde cada año acuden millones de peregrinos de todo el mundo árabe (nada más que del grupo chií), y allí encontré personas extremadamente amables, hospitalarias, generosas, simpáticas y solidarias, hasta el máximo que se pueda ser. Me llamó la atención porque también se suele acusar a los chiís de ser los más radicales en su doctrina. Quizás sea su fe la que le guía en ayudar y atender a los demás. Realmente me sentí seguro y en confianza en Masshad. En los musulmanes chiíes se puede confiar sí o sí. Me lo dijo también Vali, el padre de familia en cuya casa me estuve alojando: “la personas religiosas son las más sinceras y amables que se pueden encontrar en el mundo”.
Si se mira desde Irán a Occidente, podríamos entender que nuestros países son los más fundamentalistas del capitalismo. Lo único que prevalece es el dinero, no sólo por encima de la moral o los valores, sino también de las personas, inclusive las que nos rodean. Solidaridad y empatía empieza en la casa, en la familia, en los amigos y en los compañeros de trabajo, siempre y cuando las injusticias afecten a las personas que nos rodean. Cada día queda en evidencia que tenemos mucho que aprenden de “los fundamentalistas chiíes”.
Del mismo modo llama la atención, como se acusa a los fundamentalistas de ser gente encerrada en sí misma, sin interés por el mundo (cuando se utiliza este lenguaje, los medios se quieren referir a Europa o Norteamérica). Sin embargo, las campañas occidentales tienen su eco en Irán. El sueño de emigrar al primer mundo existe, y mucho. La llaman “la utopía de occidente”. No son pocas las mujeres en Irán que siguen a rajatabla las normas de su religión por voluntad propia, y cubiertas de un largo hejab negro, que manejan el inglés y aspiran con establecerse en Europa o Norteamérica algún día. ¿Será para expandir el islam al puro estilo de los misioneros evangélicos estadounidenses que recorren el mundo durante una parte de su juventud? ¿Será para perpetrar atentados contra “los demonios de occidente”? ¿O será porque el capitalismo, a través de sus imágenes y sus discursos logra “transformar” la fe espiritual por la fe del consumo y el materialismo? Durante su discurso de aceptación del Premio Nobel, Mario Vagas Llosa acusaba a las religiones de ser una de las principales culpables de dañar a la humanidad a lo largo de la historia, tanto por las guerras y como por los fanatismos que generaba. Pero, ¿y el modelo de mercado que defiende? ¿Ha logrado el capitalismo mejoras las diferencias de clase, acabar con las injusticias y establecer la paz en países en conflicto? Si el capitalismo será la religión que se imponga para todos de una vez por todas, entonces gritemos y repliquemos al cielo: insh’Allah.