(A propósito de la crisis económica y la lucha de los estudiantes en Chile)
Por Culpa De La Crisis Del 32
Por Culpa De La Crisis Del 32
A mi padre
Por: Cecilia Valdés
Por culpa de la crisis del 32, muchos niños en Chile no pudieron continuar estudiando, tuvie-ron que salir a ganarse la vida de cualquier forma. Uno de esos niños fue mi padre, tenía 13 años, estudiaba en el Liceo, era inteligente, pero –como era uno de los menores de ocho her-manos- tuvo que sacrificarse, para ayudar al mantenimiento de la familia.
Mi abuelita Inés hacía pan amasado, empanadas, hasta helados, y mi papá salía a venderlos; la familia vivía bien, en una buena casa, y siguieron manteniendo la apariencia, como acostumbra la gente de clase media. Para los más pobres, el Estado había dispuesto “las ollas del pobre”, miles hacían denigrantes colas por un plato de comida, la gente de clase media no lo hacía...Mi papá contaba que él, por su cuenta, hacía la cola y llevaba de esa comida a casa; seguramente sólo su mamá sabía de dónde la traía, lo importante era que ésta era de buena calidad y necesaria.
En las noches –contaba mi papá- iba a vender calugas al Coliseo Luna Park, donde había campeonatos de boxeo; éstos terminaban tarde en la noche, el Coliseo quedaba retirado, mi papá se iba caminando a su casa y –por si lo asaltaban, llevaba piedras en el bolsillo para de-fenderse (yo pensaba, cuando lo escuchaba, “cómo se iba a defender ese niñito de sólo trece años”).
Mi papá se las ingeniaba de mil maneras para aportar a su casa, iba por ejemplo al cerro “a buscar oro” –(no creo que haya encontrado). Un día, andaba en eso, cuando se encontró con todos sus ex compañeros de curso del Liceo que andaban en excursión. Le dieron vuelta la espalda y se mofaron de él, menos un niño, que había sido muy amigo suyo: Miguel Orriols, hijo de médico; se acercó a él y abrazándole le dijo: “mi amigo Roberto, me alegro de verte”... ¡Qué lección le dio a todos!... Miguel Orriols llegó a ser médico como su padre y siempre que veía a mi papá le decía: “mi amigo Roberto”; fue él quien puso en tratamiento a mi madre para que pudiera nacer yo y, por él, mi padre le puso Miguel a mi sobrino.
Así fue, que por culpa de la crisis del 32, mi padre no pudo continuar estudiando...
Por culpa de la crisis del 32, muchos niños en Chile no pudieron continuar estudiando, tuvie-ron que salir a ganarse la vida de cualquier forma. Uno de esos niños fue mi padre, tenía 13 años, estudiaba en el Liceo, era inteligente, pero –como era uno de los menores de ocho her-manos- tuvo que sacrificarse, para ayudar al mantenimiento de la familia.
Mi abuelita Inés hacía pan amasado, empanadas, hasta helados, y mi papá salía a venderlos; la familia vivía bien, en una buena casa, y siguieron manteniendo la apariencia, como acostumbra la gente de clase media. Para los más pobres, el Estado había dispuesto “las ollas del pobre”, miles hacían denigrantes colas por un plato de comida, la gente de clase media no lo hacía...Mi papá contaba que él, por su cuenta, hacía la cola y llevaba de esa comida a casa; seguramente sólo su mamá sabía de dónde la traía, lo importante era que ésta era de buena calidad y necesaria.
En las noches –contaba mi papá- iba a vender calugas al Coliseo Luna Park, donde había campeonatos de boxeo; éstos terminaban tarde en la noche, el Coliseo quedaba retirado, mi papá se iba caminando a su casa y –por si lo asaltaban, llevaba piedras en el bolsillo para de-fenderse (yo pensaba, cuando lo escuchaba, “cómo se iba a defender ese niñito de sólo trece años”).
Mi papá se las ingeniaba de mil maneras para aportar a su casa, iba por ejemplo al cerro “a buscar oro” –(no creo que haya encontrado). Un día, andaba en eso, cuando se encontró con todos sus ex compañeros de curso del Liceo que andaban en excursión. Le dieron vuelta la espalda y se mofaron de él, menos un niño, que había sido muy amigo suyo: Miguel Orriols, hijo de médico; se acercó a él y abrazándole le dijo: “mi amigo Roberto, me alegro de verte”... ¡Qué lección le dio a todos!... Miguel Orriols llegó a ser médico como su padre y siempre que veía a mi papá le decía: “mi amigo Roberto”; fue él quien puso en tratamiento a mi madre para que pudiera nacer yo y, por él, mi padre le puso Miguel a mi sobrino.
Así fue, que por culpa de la crisis del 32, mi padre no pudo continuar estudiando...