domingo, 27 de noviembre de 2011


(A propósito de la crisis económica y la lucha de los estudiantes en Chile)
Por Culpa De La Crisis Del 32


A mi padre

Por: Cecilia Valdés

Por culpa de la crisis del 32, muchos niños en Chile no pudieron continuar estudiando, tuvie-ron que salir a ganarse la vida de cualquier forma. Uno de esos niños fue mi padre, tenía 13 años, estudiaba en el Liceo, era inteligente, pero –como era uno de los menores de ocho her-manos- tuvo que sacrificarse, para ayudar al mantenimiento de la familia.

Mi abuelita Inés hacía pan amasado, empanadas, hasta helados, y mi papá salía a venderlos; la familia vivía bien, en una buena casa, y siguieron manteniendo la apariencia, como acostumbra la gente de clase media. Para los más pobres, el Estado había dispuesto “las ollas del pobre”, miles hacían denigrantes colas por un plato de comida, la gente de clase media no lo hacía...Mi papá contaba que él, por su cuenta, hacía la cola y llevaba de esa comida a casa; seguramente sólo su mamá sabía de dónde la traía, lo importante era que ésta era de buena calidad y necesaria.

En las noches –contaba mi papá- iba a vender calugas al Coliseo Luna Park, donde había campeonatos de boxeo; éstos terminaban tarde en la noche, el Coliseo quedaba retirado, mi papá se iba caminando a su casa y –por si lo asaltaban, llevaba piedras en el bolsillo para de-fenderse (yo pensaba, cuando lo escuchaba, “cómo se iba a defender ese niñito de sólo trece años”).

Mi papá se las ingeniaba de mil maneras para aportar a su casa, iba por ejemplo al cerro “a buscar oro” –(no creo que haya encontrado). Un día, andaba en eso, cuando se encontró con todos sus ex compañeros de curso del Liceo que andaban en excursión. Le dieron vuelta la espalda y se mofaron de él, menos un niño, que había sido muy amigo suyo: Miguel Orriols, hijo de médico; se acercó a él y abrazándole le dijo: “mi amigo Roberto, me alegro de verte”... ¡Qué lección le dio a todos!... Miguel Orriols llegó a ser médico como su padre y siempre que veía a mi papá le decía: “mi amigo Roberto”; fue él quien puso en tratamiento a mi madre para que pudiera nacer yo y, por él, mi padre le puso Miguel a mi sobrino.

Así fue, que por culpa de la crisis del 32, mi padre no pudo continuar estudiando...
Más Allá del Final (Cuento)


Por: Jorge Rubio Cárcamo

Era temprano esa mañana cuando se despertó. Al tiempo que se incorporaba en la cama alargó su brazo derecho hacia ese costado tanteando el reloj que dejaba en el velador. Su mano lo palpó y enseguida lo cogió. Al reincorporarse a la cama sintió que el reloj se le soltaba de la mano y caía al piso de madera. Instintivamente, pensó en levantarse y recogerlo, pero desistió. Recordó, entonces, que no era la primera vez que se le caía en este último tiempo. Y tampoco era sólo el reloj. Sus anteojos ya se habían dañado un par de veces al caerse de sus manos, y el lápiz que cada vez le costaba más sostenerlo. ¿Es sólo la mano derecha, o las dos? Intentó recordarlo. No sabía a qué se debía esa debilidad en sus manos, ni cuándo empezó.--- ¿O es sólo mi torpeza? No: soy bueno con mis manos. Siempre fui bueno con mis manos---, pensó. Lo único que sentía era esa molestia en los dedos al levantarse. También sabía que no era nada malo, sólo el frío, que pronto se quitaría. Nada era impedimento para hacer bien su trabajo. Siempre fue así, durante muchos años.

En la cortina de la ventana se empezaba a divisar la claridad que anunciaba un día soleado. Todo era silencio. A ratos llegaba hasta sus oídos el ruido de algún vehículo lejano. Recorrió con la mirada las manchas del techo, tantas veces recorridas y, por lo mismo, tan familiares. Por un momento jugó a hacer figuras con ellas hasta que, irremediablemente, como cada mañana, su pensamiento se escapó de aquella pieza y pensó en quienes habían sido sus compañeros de trabajo, en aquellos compañeros de muchos años, y su memoria trajo aquellas imágenes que se negaban a abandonar aquel rincón donde guardaba esa parte grande de su historia. Y recordó las tares compartidas entre la tertulia, cuando reían y reían. Aquellas largas conversaciones y discusiones, de cualquier cosa. Y siempre reían, agrupados después de la colación o a la hora del café. Más conversaban de fútbol, y organizaban partidos, y él jugaba siempre… o casi siempre. Trató de recordar cuándo ya no jugó más a la pelota. Quizás dejó de gustarle. No lo recordaba. Sus antiguos compañeros se fueron marchando, uno a uno. Aquellos con quienes compartió un camino común de tantas jornadas durante tanto tiempo, se fueron, dejando sólo un recuerdo en ese enorme vacío. Otros más jóvenes fueron llegando durante los últimos años y se fueron incorporando al trabajo, con otras costumbres y otros intereses, y ahora eran esas manos intrusas las que fueron ocupando los puestos y herramientas de quienes fueron sus compañeros de tantos años. Desde entonces las cosas no siguieron el cauce acostumbrado, algo invisible las torció. Ellos, ahora, conversaban de temas que él no conocía o no entendía. Quizás por eso guardaban silencio en su presencia. No recordaba cuándo empezó a sentirse solo.

Hace unos días se despertó, a la misma hora, y se levantó. Caminó unos pasos alrededor de la cama, miró por la ventana, y se volvió a acostar. Aquel fue el día en que tomó conciencia que ya no tenía que levantarse a trabajar. Ese primer día que sintió que algo le faltaba, que le habían cercenado una parte importante de su vida. Arropado en su cama trataba de eludir ese pensamiento mirando las manchas del techo, no obstante, sintió esa molestia en la garganta que le señalaba que ese sería el día más doloroso, porque sentía que ya no tenía el motivo de cada día y que le quitaban algo que siempre estuvo ahí. Él sabía que llegaría ese día, aunque se resistiera y no quisiera saber. Igual tenía que llegar.

Ahora se levanta cada día al amanecer. Recorre la casa y luego se asoma a una de las ventanas que miran a la calle y ve a la gente apurada a sus trabajos. Algunos corren. Él ya no sale a la calle como ellos y sólo los contempla desde su ventana. La mayoría de los días se queda en su dormitorio, sintiéndose desorientado y perdido. A veces se mete a la cocina, abre las puertas, los cajones, y observa su contenido y los cambia de posición y los vuelve a poner en su sitio al recordar que está invadiendo la existencia de otra persona.
Deambula por la casa, invariablemente. Desde la cocina camina hasta el comedor y luego sube al segundo piso y de nuevo hasta abajo, para acabar siempre en su habitación, sentado en la cama, mirándose las manos, y es cuando lo invade la nostalgia y echa de menos a sus compañeros de trabajo, y, más que nada, su trabajo.


¡Qué hacer entonces en esa casa extraña! Con esa mujer que lo critica, incansablemente: --- ¡Son recién las siete, y ya estás levantado! ¡Otra vez lo mismo! ¡No pongas eso ahí! ¡No dejes la chaqueta ahí!
Entre él y su esposa hay un muro invisible que los separa. A pesar de estar tantos años juntos, ahora pareciera que no se conocen. Ella nunca había oído hablar de bombas, y turbinas, y compresores. No dice nada. Aguarda, pacientemente, a que él termine de hablar, lo mismo cada día. Sólo cuando lo oye andar por el pasillo y abrir y cerrar su puerta, sólo entonces siente que se afloja esa mano férrea que le oprime el estómago.--- ¡No hay descanso para una!---, se dice en silencio. Ella se asombró con la rapidez con que su vida empezó a girar en torno a la inutilidad de su esposo.

Enciende el televisor, más bien para sentir la voz de otros, como única compañía. Luego lo vuelve a apagar y vuelve el silencio, ese silencio doloroso al no tener con quien conversar.

En la pared hay algunas fotos, y una destacada donde están con quienes fueron sus compañeros de trabajo. Él se observa mucho más delgado en aquella imagen y sus compañeros también. Con su mano los recorre, uno a uno, como queriendo grabar en esa imagen el nombre de cada uno de ellos, para no olvidar. Ya casi no recuerda cuando fue la última vez que estuvo conversando y riendo con ellos. Ya varios no están. Ya no va quedando nada. Sólo esa mano invisible que le aprieta el estómago y que no puede evitar. Y siente como que cada día le van quitando otra pequeña parte cada vez. Cada día un poco más. Y siente que se va acabando, lenta, inexorablemente. Y se pregunta porqué. Pero él sabe que no es más que lo que va quedando de aquello que fue. Todo se lo han quitado. Solo le queda ese vacío cada vez más grande, que duele más cada vez.
No sabe porqué le duelen las manos, ni cuándo empezó. Quizás siempre estuvo ahí y no lo quiso sentir, pero él sabe que no. El espejo le devuelve su imagen, su propia imagen. Él se mira y se ve. Es él y no puede decir que no. Mira la agonía de aquella imagen, que es su propia agonía. Y esa foto en que le sonríen y esas risas ahora las siente como una burla, igual que aquel reloj esquivo del velador que le regalaron en su despedida. En ese regalo comprendió que aquel día comenzaba el fin de la historia de su vida.
Caminó hasta su cama y se sentó. Se miró las manos, largamente, y luego se acostó, escuchando los ruidos que le llegaban desde la calle.

Quilpué- Chile

lunes, 12 de septiembre de 2011

“Podemos perder un año, pero ganaremos un futuro mejor”
“Luchamos por nuestro futuro y por el esfuerzo de nuestros padres”
“Lucho hoy por mí, y por el futuro de mis hijos y de mis nietos”


Estos son algunos de los miles de estandartes que enarbolan los estudiantes en Chile en sus trincheras y en sus marchas. Y son frases que lastiman al sistema, precisas, dichas sin dramatismo ni poses falsas. Y ellos creen lo que dicen, con la convicción que les da la razón, y por eso la gente, el pueblo, les cree y les manifiesta su respeto, porque con su lucha y su ejemplo han puesto en evidencia el contraste de su valentía con la indecencia de un sistema político y de políticos acomodados.

Los miles y miles de jóvenes movilizados han puesto en evidencia un sistema educacional que muestra los peores dolores de una sociedad manejada por el mercado, el que, como en todo y siempre, favorece sólo a los dueños del mercado.

Lo que la sociedad reclama es un cambio a todo lo actual. Ya no más que sean los mismos de siempre los que se reparten la torta ni que sean los mismos de siempre los que sufren el costo de este flagelo.

Lo que está en las voces de estos jóvenes es el rechazo a la continuidad de una constitución ilegítima, creada e implementada en plena dictadura. Eso lo saben los partidos políticos y los sostenedores del sistema. Y tiemblan por ello: si pierde uno, pierden todos. Por eso es que se ven tan activos ahora buscando acercamientos entre los jóvenes y el gobierno de Piñera, ofreciendo sus oficios al régimen para detener esta ola que sigue y sigue creciendo y que no pueden detener y que, finalmente, amenaza con arrollarlos a todos por igual.

También esta develación muestra que es necesario construir un país distinto, en que no impere solamente el afán del lucro regulado solamente por el mercado. Y lo más importante, y así ha quedado demostrado en estos meses de su lucha, que ya nada es inmodificable cuando miles y miles de manos y voluntades se juntan en las calles del país.

Podemos perder un año repiten los estudiantes a quienes los increpan por la ya larga jornada de protesta y paro. Y en su respuesta dejan al desnudo la suciedad de un sistema impuesto en dictadura hace ya más de treinta años, y por contraste, estos jóvenes muestran la grandiosidad y generosidad de quienes están dispuestos a cualquier sacrificio para ganar una vida digna, y no sólo para ellos, ni para ahora.
Los miles que desfilen en las calles a todo lo largo del País nos están mostrando un nuevo horizonte, una nueva forma de ejercer la democracia. Este nuevo tiempo histórico y político hace evidente la necesidad de restituir la soberanía al pueblo de Chile. La hora actual no reclama más militancia que la decencia y una pizca de patriotismo.

Y son ellos los que hacen carne las palabras del Presidente Allende, los que están abriendo las grandes alamedas, con sus cantos y tambores; con sus trajes y sus máscaras; con su música y su baile; con su alegría y su esperanza… también con sus piedras.

Y los otros, los espectadores, nos preguntamos dónde están los otrora aguerridos luchadores sociales, aquellos que pregonaban con tanto ahínco el fin del sistema económico y político heredado de la dictadura, y que a poco andar en esta llamada democracia se convirtieron en simples corifeos del rey, y se hicieron parte del sistema y sus jugosos beneficios particulares. Hoy sólo quedan las cínicas declaraciones de Ricardo Lagos, las declaraciones oportunistas de Eduardo Freí y el silencio cómplice de Michell Bachelet.

¡Qué vivan los estudiantes que resisten la toma de escuelas, liceos y universidades!
¡Qué vivan los estudiantes que soportan el frío invierno mojados y apaleados por pacos cobardes!
¡Qué vivan los estudiantes con su alegría y sus cantos!
¡Qué vivan los estudiantes que fueron a dar a una celda con el orgullo pleno y la certeza de luchar por la dignidad de él y sus compañeros!
¡Qué vivan los estudiantes de la lucha callejera, con máscara y sin ella!
¡Qué vivan todos los estudiantes de mi País!

Que vivan todos, porque esta generación de jóvenes está mostrando al futuro que tenemos esperanza de un País mejor.

Elkabezanegra.

jueves, 30 de junio de 2011



VISITA ANUAL A GRÖNA LUND

Al igual como lo habíamos hecho en nuestro breve paso por Argentina y nuestra estadía en Rumania, acostumbrábamos llevar de paseo a los niños, a conocer la ciudad, sus parques, a apreciar la naturaleza y el paisaje. Temprano partíamos a Estocolmo en el tren de cercanías, llevando un cocaví para el mediodía. A veces íbamos a Estocolmo Södra y subíamos la calles elevadas, imaginándonos que estábamos en Valparaiso, nos sentábamos en lo alto, mirando y admirando el mar y el tráfico naviero. Allí, enseguida de comerse la merienda, los niños juga-ban en los parques de juegos infantiles.

Estocolmo es tan hermoso, así que había mucho para recorrer y disfrutar. Lo mismo hacíamos en nuestra ciudad: Södertälje. En verano íbamos no sólo al lago cercano a la casa, sino que también a otros, uno de los lugares preferidos era Taxinge, donde seguimos yendo por lo me-nos una vaz cada verano. Una vez al año llevábamos a los niños al Parque de Entretenciones Gröna Lund, en Estocolmo, le dábamos a los más grandes una suma de dinero para que eligie-ran ellos mismos el juego al que querían entrar. La primera vez, mientras Cristián agotó rápi-damente sus posibilidades financieras, pues subió varias veces a la Montaña Rusa, Juan Pablo no se atrevía; finalmente, cuando se decidió le pidió a Cristián que lo acompañara y esté acce-dió encantado. Cada uno a su manera, disfrutaba las diferentes entretenciones. El Zoológico Skansen, era otro de los lugares preferidos de los niños. Posteriormente Juan llevaba, además de los nuestros, a otros niños y niñas chilenos a parques, museos y otros lugares de Estocolmo, lo que permitiría irse familiarizando con su nuevo país y disfrutarlo.

*cocaví = merienda sencilla:sandwishes, bebidas, huevos duros, etc.

martes, 17 de mayo de 2011



NAVEGANDO EN LA CUNA

La prirnera casa que habité de recién nacida estaba en la calle Cancha Rayada, en el barrio Forestal de Viña del Mar, frente a la casa en que vivían mis abuelos. En este barrio habían vivido mis abuelos con sus hijos, primero en una casa construída por mi abuelo y, cuando posteriormente se vio obligado a venderla, arrendaron aquélla en Cancha Rayada.

Esa cercanía permitía que mis abuelos me regalonearan muchísimo. Todos los días iban mis padres a almorzar con ellos y, en la noche iba mi abuelo Sixto a nuestra casa, para asistir a la ceremonia de mi baño. Como yo era muy pequeñita - pesaba sólo dos kilos y medio - a mi madre le daba miedo incluso tomarme, creía que yo me resbalaría de sus brazos; asi que fue mi padre quien - con mucho gusto - asumió la tarea de bañarme: con una mano me tomaba y con la otra me jabonaba, mientras mi abuelo presenciaba la escena con gran alegría.

Los primeros pañales también los lavó mi padre, porque mi madre estaba muy débil; pero él se sentia tan contento en su rol de papá, que lo hacía sin problemas. Contaba yo con sólo unos días de vida, cuando mi padre salió conmigo “en brazos”, para presentarme a todos sus amigos. Mi madre le dijo que estaba chiflado*, pero éi le replicó que estaba orguiloso y feliz de su hija y quería compartir su felicidad con todos... Su alegría no tuvo límites cuando le dijeron que yo me parecía a su Margarita, mi madre.

Llegó el Invierno y ese año fue muy lluvioso. Nuestro hogar estaba en la planta baja de la casa; una noche se despertaron mis padres con mi llanto y creyeron que era lo de siempre: que yo lioraba para que me tomaran en brazos (a ello me había acostumbrado mi padre)... Pero, esta vez era algo más serio, yo estaba “navegando en mi cuna”, había ilovido tanto que nuestro hogar estaba totalmente inundado y mi cuna, conmigo adentro, estaba flotando en el agua... Esa fue mi primera “navegación”...

1. chiflado. = estar chalado, perder el juicio.

lunes, 16 de mayo de 2011

Acumulación de bienes y el estatus en la sociedad


"nuestra capacidad de tener tiene límites, pero nuestro deseo de tener no tiene límites”

José Mujica


Por:Jorge Rubio

Con la modernización de la Sociedad aparece el deseo de la acumulación de bienes, si bien es cierto muchos de ellos necesarios en el diario vivir, otros, en cambio, resultan ser prescindibles y su adquisición sólo busca establecer un estatus en la sociedad. Y entonces la persona se envuelve en esta vorágine hasta convertirse en esclava de las cosas, donde no hay límites porque ya nada le es suficiente ni le satisface, hasta convertirse en un individuo que se deja llevar sólo por la vanidad y la codicia, habitante de este mundo materialista donde la corriente la impone la sociedad consumista.

Vivimos en una sociedad envuelta en su propio egocentrismo que supera nuestra capacidad hasta afectar nuestras conciencias y asumir proyectos de vida ajenos, que nos amarran.

Los proyectos de vida así planteados, por lo general, se muestran lejanos, inalcanzables, sumamente difíciles de completar. A medida que se va descendiendo en la escala de la clase social, vemos que los que mayormente sufren este fenómenos son aquellos que se ubican al borde de los clasificados como pobres, pero lejanos aún de los denominados clase media. Y mucho más lejanos aun de aquellos con los que se quieren sentir parte. Son aquellos que en el caso de Chile, por ejemplo, forman parte del 54% de los trabajadores que ganan menos de 300 mil pesos mensuales.

Hoy, el problema mayor de los trabajadores chilenos ya no está representado por las reivindicaciones laborales, ni salariales, ni de la seguridad en el trabajo. El problema principal de ellos es el endeudamiento.Hombres y mujeres que viven mirando más allá, enajenados por lo que tiene el otro, de su vecino, de su propio hermano. Presas fáciles de las grandes tiendas con sus carnavales de ofertas y tentaciones baratas. Hombres y mujeres de los inicios del siglo XXI drogados por modas, placeres y necesidades artificiales.

Consumismo y pobreza van de la mano, conviven en un mundo real y enormemente desigual, donde no se ven señales que muestren alguna voluntad para fijar políticas que regulen esta anomalía social y que pongan un freno y eviten el consumismo de unos mejorando el nivel de vida de quienes más lo necesitan. El consumo indiscriminado está tan arraigado que se ignora por la mayoría que es el resultado de procesos conscientemente planificados, dirigidos, principalmente, a un cierto grupo social, en áras del mero lucro empresarial.

La clase de los consumidores presenta características que convergen en un cierto punto en común, donde comparten un modo de vida y una cultura cada vez más uniforme, donde los grandes supermercados y centros comerciales aparecen como el camino a la Meca de cada día.

La sociedad consumista proyecta sobre los individuos modelos de vida que no están al alcance de todos, y aquel que no es capaz de subirse a este carro termina por ver esto como un fracaso personal, una frustración de sus expectativas de vida, lo que lleva al sujeto a caer en un estado depresivo y luego busca en ello un consuelo a la miseria cotidiana que lo obligan a vivir.

Si la sociedad globalizada no incluye el rescate de los sanos valores, se continuará así atentando la conciencia de los hombres y mujeres y su propia identidad.

martes, 26 de abril de 2011

Utopías y fundamentalismo. Crónicas desde Irán



Por:Fernando Camacho Padilla


- ¡Barcelona! ¡Messi! Esas son las dos primeras palabras que mencionan los iraníes cuando se enteran que soy español. Las preguntas que le siguen suelen ser cuál es mi ciudad y cuál mi equipo de fútbol favorito. Si digo otro que “Barcelona”, se decepcionan. La conversación empieza por ahí. Después viene mi nombre, si tengo familia, en qué trabajo y cuánto tiempo estaré viajando por Irán.

La referencia es el fútbol, la segunda religión en el país después del islam. En España ya es la primera, superando desde hace tiempo al catolicismo.

Nada puede estar más equivocado que los discursos que se escuchan en el mundo sobre Irán. Prácticamente no se encuentra policía ni militares (exceptuando los controles de tráfico), la gentes es la más amable y conversadora que hasta ahora he podido encontrar viajando por el planeta, y su nivel cultural está entre los más altos del mundo árabe. Me ha llamado la atención la gran cantidad de librerías que hay por las calles. Muchos conocen mejor a España y algunas palabras de castellano, que cualquier español promedio sobre Irán o el farsi.

En Occidente se acusa a Irán de ser un país fundamentalista. Pero, ¿quiénes son los fundamentalistas? ¿El pueblo entero? ¿Un grupo que controla políticamente el país? Se entiende, supongo, por fundamentalismo religioso. Pero, ¿desde cuándo practicar una fe ha sido un crimen? Recientemente estuve en la principal ciudad religiosa del país, Masshad, a donde cada año acuden millones de peregrinos de todo el mundo árabe (nada más que del grupo chií), y allí encontré personas extremadamente amables, hospitalarias, generosas, simpáticas y solidarias, hasta el máximo que se pueda ser. Me llamó la atención porque también se suele acusar a los chiís de ser los más radicales en su doctrina. Quizás sea su fe la que le guía en ayudar y atender a los demás. Realmente me sentí seguro y en confianza en Masshad. En los musulmanes chiíes se puede confiar sí o sí. Me lo dijo también Vali, el padre de familia en cuya casa me estuve alojando: “la personas religiosas son las más sinceras y amables que se pueden encontrar en el mundo”.

Si se mira desde Irán a Occidente, podríamos entender que nuestros países son los más fundamentalistas del capitalismo. Lo único que prevalece es el dinero, no sólo por encima de la moral o los valores, sino también de las personas, inclusive las que nos rodean. Solidaridad y empatía empieza en la casa, en la familia, en los amigos y en los compañeros de trabajo, siempre y cuando las injusticias afecten a las personas que nos rodean. Cada día queda en evidencia que tenemos mucho que aprenden de “los fundamentalistas chiíes”.

Del mismo modo llama la atención, como se acusa a los fundamentalistas de ser gente encerrada en sí misma, sin interés por el mundo (cuando se utiliza este lenguaje, los medios se quieren referir a Europa o Norteamérica). Sin embargo, las campañas occidentales tienen su eco en Irán. El sueño de emigrar al primer mundo existe, y mucho. La llaman “la utopía de occidente”. No son pocas las mujeres en Irán que siguen a rajatabla las normas de su religión por voluntad propia, y cubiertas de un largo hejab negro, que manejan el inglés y aspiran con establecerse en Europa o Norteamérica algún día. ¿Será para expandir el islam al puro estilo de los misioneros evangélicos estadounidenses que recorren el mundo durante una parte de su juventud? ¿Será para perpetrar atentados contra “los demonios de occidente”? ¿O será porque el capitalismo, a través de sus imágenes y sus discursos logra “transformar” la fe espiritual por la fe del consumo y el materialismo? Durante su discurso de aceptación del Premio Nobel, Mario Vagas Llosa acusaba a las religiones de ser una de las principales culpables de dañar a la humanidad a lo largo de la historia, tanto por las guerras y como por los fanatismos que generaba. Pero, ¿y el modelo de mercado que defiende? ¿Ha logrado el capitalismo mejoras las diferencias de clase, acabar con las injusticias y establecer la paz en países en conflicto? Si el capitalismo será la religión que se imponga para todos de una vez por todas, entonces gritemos y repliquemos al cielo: insh’Allah.

domingo, 10 de abril de 2011

Anarquía para los tiempos modernos.

Una breve presentación del periódico mensual (y sensual) El Surco

Desde las últimas dos décadas a lo largo y ancho del Orbe es posible notar un lento y heterogéneo resurgir del pensamiento y de las organizaciones anarquistas, que hace mucho parecían extintas. No obstante aquello, otrora como hoy una tremenda nube de prejuicios impide a las gentes comprender este ideario y menos aún aceptar por ciertas algunas de sus concepciones, aunque en la práctica, muchas de sus históricas demandas se encuentren hoy presentes en el resto del movimiento auto-reclamado revolucionario tras el fracaso de la experiencia soviética. Sin citar la fuente, claro. Es lo que pasa con la autogestión y la horizontalidad, por ejemplo. Este nuevo movimiento de ideas ha revitalizado el universo contestatario, provocando nuevas preguntas y esbozando nuevas respuestas.

Por todas partes diversos grupos, muchos de ellos de escasa continuidad temporal, se crean, se desarrollan y desaparecen. Es la constante búsqueda de la afinidad concreta y no ficticia. Lo que desde afuera puede ser entendido como una debilidad del movimiento anarquista, para nosotros resulta muchas veces una ventaja. El apoyo mutuo se desarrolla en relaciones concretas y no de nombre, no importan las etiquetas, las banderas, las siglas, ni la necesidad de sacralizar nuestras organizaciones y perpetuarlas en el tiempo. El amor dura hasta que se siente. Ello ha permitido que las ideas anarquistas se expandan sin control adquiriendo múltiples formas, contradictorias muchas de ellas. Algunos han escogido el camino de la pólvora, son la minoría, otros participan de los “movimientos sociales”, estudiantiles, poblacionales, obreros. Unos difunden iniciativas culturales, y hay quienes ocupan espacios anulando la propiedad privada, levantan cooperativas, editan revistas y libros, disfrutan las tablas y la música, etcétera. Sin duda el anarquismo sigue siendo un movimiento marginal, pero crece. Y aunque no lo hiciera, porfiados habremos siempre.

Dentro de ese espectro diverso surge en Santiago de la Región chilena el periódico mensual anarquista El Surco. Se trata de una iniciativa modesta si se le compara con el tiraje y el impacto de la prensa estatal o de aquella controlada por los grupos empresariales. Sin embargo ha logrado bastantes cosas, muchas de ellas felizmente incontrolables, e incluso traspasar ciertas barreras de prejuicios que como se sabe siempre han existido frente a nuestras ideas. Se edita en formato papel y tiene una salida de mil ejemplares al mes, el que se distribuye en actividades, en bibliotecas libertarias, en quioscos y en diversos puntos a lo largo de este Estado. También es posible encontrarlo en bibliotecas libertarias en Lima, Caracas, Montevideo y Buenos Aires. Además del formato papel, sus ediciones son subidas inmediatamente a internet, por lo que todos sus números están alojados en http://srhostil.org/elsurco/. Lo que ha permitido que sus ideas se expandan cruzando irrespetuosamente las artificiales fronteras estatales y las rudas distancias geográficas.

El Surco aparece todos los meses desde marzo de 2009. En sus páginas se abordan diferentes temas, desde aristas coyunturales hasta cuestiones de debate libertario. Coherente con su orientación ha colaborado denunciando y combatiendo a la sociedad autoritaria. Antimilitarismo, historia social, autogestión, internacionalismo, solidaridad, autoeducación integral, son algunos de los temas que se tratan.

Si bien el periódico es coordinado por un grupo, en su financiamiento y en el material que se publica participan gentes que incluso jamás se han conocido mutuamente. Aportes escritos llegan de diversos puntos y voluntades. Entendiendo que no existe un dogma, ni un partido, ni una línea política de censura, esta iniciativa se nutre de múltiples enfoques, lo que no impide que se note la voluntad de debate que nosotros, como grupo coordinador, pretendemos imprimir en el mismo.

Felizmente el periódico ha tenido una buena acogida y no solo en la Región chilena. Contrario a lo que se puede pensar, ha logrado sobrepasar el reducido círculo de “convencidos” y constantemente se nos hace ver de alguna u otra forma que sus hojas son leídas por hombres y mujeres de diversas edades y que no tenían relación alguna con los movimientos libertarios. Y esto se ha logrado sin esconder nuestra postura anarquista. El Surco durará hasta que la afinidad de quienes le coordinan exista. No forzaremos nada. Mañana podremos estar levantando otras iniciativas. Sin desmedro de lo mismo, soplan buenos vientos y parece que tendremos Surco por un buen tiempo más y desde el mismo seguiremos colaborando en la tarea auto-acordada de generar debate, crítica y reflexión.

En ese sentido no vemos nada de utópico el desarrollo del anarquismo, como se tiende a pensar. Los problemas que buscamos superar y las alternativas que vamos construyendo son bastante concretas. Como no pretendemos obligar a nadie a pensar y actuar como nosotros, lo que aspiramos desde el periódico por lo menos es, como se ha insinuado mas arriba, abrir brechas y generar espacios de tensión y debate. Nos interesa dar a entender que podemos vivir hoy, y no en un día soñado de revolución, lo que tanto anhelamos. Nos urge advertir que cada individuo está sometido a muchísimas y complejas situaciones de opresión que no solo obedecen a cuestiones económicas. Otras perspectivas contestarías señalan al capitalismo como el culpable de los males sociales. Nosotros también, pero no paramos allí, el problema de fondo -según nuestro parecer- es la autoridad. Relaciones desiguales de poder, con sus consiguientes perjuicios, existen desde mucho antes de que el capitalismo siquiera se imaginara.

En fin, son muchas las cosas que quedan por decir, pero lo primordial se ha esbozado. Hay que cultivar la autonomía y el pleno desarrollo individual, en solidaridad con los otros y las otras. Hay que acabar con toda jerarquía y con el espíritu de delegación y de servidumbre voluntaria. Hay que experimentar y jugar a vivir un rato.

Manuel de la Tierra

“El Surco”, periódico mensual anarquista Santiago, Región chilena

domingo, 6 de marzo de 2011

UN PUEBLO EN LA CALLE ES REVOLUCIÓN

Por: Jorge Rubio

“Quiero descartar, sí, que este sentido de la revolución no tiene el contenido habitual y pequeño con que suele emplearse esta palabra. No es revolucionario el jefe militar que, a la cabeza de un regimiento toma el poder: eso puede ser considerado un motín. No es revolucionario el que, por la fuerza, logra, transitoriamente mandar. En cambio, puede ser revolucionario el gobernante que, llegando legítimamente al poder, transforme el sentido social, la convivencia social y las bases económicas del país;”

(Senador Salvador Allende 18 de febrero de 1948)

América, y el mundo entero, se estremecieron con el triunfo de la revolución sandinista en Nicaragua, allá por los años setenta. Era la victoria que rompía los viejos esquemas de la explotación y la convertía en la Nicaragua Libre. Habían sido muchos años de lucha dura, con la mente puesta en el ejemplo de lucha que había dado el pueblo cubano una década antes. Los hijos de Sandino combatían al ejército de Somoza que estaba aliado a los soldados y a banqueros norteamericanos. Era una guerra difícil, como también fue la de los revolucionarios cubanos. Pero en ambos casos el pueblo estaba al lado de la justicia y del pan, y fueron esas las razones para alcanzar el triunfo. Fue la última revolución de verde oliva, mimetizados en la maleza, con boinas, botas y casi todos barbudos. Claro, después las cosas tomaron un rumbo diferente. Rencillas políticas internas permitieron el triunfo en las urnas de la señora Violeta Chamorro y la vuelta al viejo sistema. A poco andar, los muertos en la guerrilla fueron quedando en el olvido y, finalmente, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) de hoy…no es el mismo.

Los países de América Latina tienen en común su cultura, la lengua, religión, impuestas a sangre y fuego por los conquistadores españoles. Y algo más: han sido golpeados y sometidos durante decenios por autoridades corruptas. En esos largos periodos han logrado construir a su alrededor una lacra de servidores que se han enriquecido, y que son los principales sostenedores de las dictaduras.

Como consecuencia de la caída de los Muros, mucho se ha insistido en que ya no caben en estos países las manifestaciones populares, idea que desde hace mucho ha sido apoyada por las mentiras de los medios de comunicación. No obstante, y como hemos visto en las últimas semanas, lo impredecible y hasta hace poco impensable, puede ocurrir: en los países árabes un sector del mundo sometido a mano dura por largos años despertó, y sus hombres y mujeres salieron a la calle para exigir ser libres y tener una vida digna, lo que nos hace recordar tiempos no tan lejanos en nuestra historia reciente.

Es, pues, la calle el lugar donde se definen las cuestiones mayores, las trascendentales. Los pueblos salen a ella no sólo para celebrar sus victorias deportivas o para enterrar a sus muertos. También salen para exigir cambios. Es en la calle, también, donde se les señala a los dueños del poder que sus victorias no son eternas, y eso da razones y valentía para que los vencidos vuelvan a creer en ellos mismos, que de ellos depende todo, y que hay sobradas razones para volver a insistir una y otra vez… hasta vencer.

Cuando una sociedad se enfrenta a la no existencia de un Estado de Derecho, cuando un país es sometido a sangre y balas para que tome el rumbo que un sector de la sociedad necesita, y cuando los grupos económicos empiezan a repartir el país como si de una pastel se tratara, queda entonces la alternativa de salir a la calle, para exigir que la vida sea respetada y el futuro no se siga alejando sin esperanzas.

Y se van los dictadores y queda la dictadura.

Y en Chile se fueron las Fuerzas Armadas y dejaron una Constitución que no ha sido tocada, salvo para maquillarla, en desmedro de millones de excluidos y marginados. Un pacto que hipoteca el futuro también de millones de personas. Y la gente ha salido a la calle en Chile. Sí, los gritos no son cosa del pasado, la gente en la calle con sus pancartas no son fotos de tiempos antiguos. Están las huelgas de los empleados públicos, profesores, estudiantes, está un pueblo entero en Punta Arenas que rechaza el aumento desmesurado del precio del gas. Es la lucha que por años se ha vivido y que ha mantenido en alto el grupo ciudadano que conformó el Comando de Defensa de Valparaíso, en contra de las ambiciones de las inmobiliarias y la corrupción que amenazaba usurpar los recursos de la ciudad patrimonial entregados por el BID y la UNESCO. Es la misma ciudadanía que defendió el Aeropuerto de Cerrillos, que luchó frente a la muerte de los cisnes de cuello negro por los derrames de Celco en Valdivia; son las personas que han continuado persistentes defendiendo sus derechos en contra de las farmacias coludidas, de las ambiciones inmobiliarias, de las trenzas de poder y el tráfico de influencias que amenaza de forma artera los derechos ciudadanos.

Pero también es verdad que hay un gobierno de derecha y la oposición es partícipe también de derecha, y fuertemente adicta al modelo, formando parte del engranaje heredado de la dictadura. El divorcio entre la clase política y la ciudadanía se ha incrementado y así lo relevan las encuestas que miden los índices de confianza y credibilidad en las instituciones nacionales. Esa ciudadanía que está formada por individuos más que por colectividades, ha sido capaz de rearticular el tejido social sobre la base de intereses comunes, sin enredarse en visiones ideológicas.

La calle será eternamente el lugar donde el pueblo lleva las cuentas de la historia, allí donde siempre estuvo la izquierda. Muy a pesar de que esa izquierda haya olvidado su pasado, es ese el lugar que no se puede abandonar. Si la Concertación en esa complicidad con la derecha impide que los derechos fundamentales de millones de chilenos se instalen en la institucionalidad, deberá buscarse otra alternativa para que en Chile se empiece a dar los pasos reales, para una verdadera y nunca empezada transición.

Pero, es necesario incorporar a toda esa masa que está embrutecida con los programas de farándula que los medios oficiales exhiben. Esa masa sigue siendo mayoritaria. El día que la masa crítica de gente consciente supere a esa masa embrutecida por la tele otro gallo cantará en Chile. Por eso la derecha gasta tanto en mantener a la gente inconsciente. Los secuaces de la derecha saben que si todos los chilenos nos despertamos al unísono, les habrá llegado el día del juicio final.
VEM SKA BRY SIG OCH
VAD SKA VI BRY OSS OM?


”Det är inte bara djur som påverkas av djurindustrin, det går inte att se det som en isolerad händelse, varje djurplågeri är ett barbariskt förfall av vår empati. Argument som används för att rättfärdiga detta är oftast religiösa, ekonomiska, moraliska, historiska och nationalistiska”.

Av: Anna Rautio (socialist och djurvän)

Innan jul minns de flesta kanske löpsedlarna med de vanvårdade grisarna, dem som åt på varandra. För något år sen var det fågeldunet som upprörde många när man fick se bilder på fåglar som plockades levande. Nu senast kunde vi läsa om minkarna, dem som har öppna sår och påvisar stereotypa beteenden i sina burar. Larmen om djur som far illa duggar tätt och det blir ett himla liv stundtals som sedan glöms bort då nya nyheter pryder löpsedlarna men en sak är säker, ingen kan längre säga att man inte vet att djur far illa. Frågan är hur vi ska agera efter dessa nyheter. Ska vi fortsätta som vanligt och blunda eller ska vi göra det som står i varje människas makt nämligen att bojkotta? Hur långt sträcker sig vårt moraliska ansvar och våra möjligheter?

Någonstans har världen blivit upp och nervänd när de som väljer ett icke-konsumerande av djur måste försvara sig. De som bryr sig blir förlöjligade och måste vara totalt fläckfria för att inte brista i sin trovärdighet och blir de sjuka är det bara för att de är veganer och har vitaminbrist. Någonstans tappade vi människor vägbeskrivningen och jag hoppas innerligt att vi letar och hittar tillbaks.

Det är inte bara djuren som far illa utan jorden själv och stora delar av jordens befolkning. Trots dessa alarmerande rapporter som kommer äter vi mer kött nu än på 90-talet. Regnskogar skövlas för att kunna användas till odling av soja, sojan ges sedan till djuren som sedan ska bli mat till oss. Bryr sig ingen om att regnskogen skövlas? Djurfrågan är inte koncentrerad till bara djuren utan går hand i hand med miljö- och människofrågor. Om vi istället för att odla all denna soja till djur istället använde marken till att odla grödor för människor skulle vi kunna frigöra spannmål som vi människor skulle kunna äta. Ca 75 % av sojan som odlas går till djurfoder och importeras av bland annat av Sverige. Köttindustrin står för 18 % av människans totala påverkan av klimatet.

Så om vi vet att det ligger till på det här sättet, varför gör vi ingenting? Jag ställer mig mycket frågande till att ”inte bry sig”, att skämta bort frågan och att skylla ifrån sig, för vem har ansvaret för planeten och dess liv? Är det var och en eller är det någon regering eller myndighet eller ska vi lämna över frågan till marknaden vars främsta funktion är att svara på efterfrågan?

Nyligen slutade Japan med valjakt efter bl.a flera års påtryckningar av Steve Irwin och hans skepp Sea Shepherd som haft som mål att få Japan att stoppa jakten. Sea Shepherd har stört japanernas båtar och förföljt dem under längre perioder. I Katalonien beslutade man att förbjuda tjurfäktning sen 180000 katalaner skrivit på en protestlista som sen nådde beslutsfattarna. Det är möjligt att agera och det finns flera bojkotter och aktioner inom andra områden som lyckats.

Griskultingar kastreras utan bedövning, kycklingar växer upp utan att träffa sin mamma, värphönornas bröder mals ner levande direkt efter kläckning och mjölkkornas kalvar tas ifrån sina mammor bara dagar efter födsel. Djuren transporteras långväga till slakterierna. Det är inte bara djur som påverkas av djurindustrin, det går inte att se det som en isolerad händelse varje djurplågeri är ett barbariskt förfall av vår empati. Argument som används för att rättfärdiga detta är oftast religiösa, ekonomiska, moraliska, historiska och nationalistiska. Inget av dessa argument är hållbara när det gäller djurindustrin och om ni hittar något så återkom gärna. Till dess kan ni kolla på nedanstående video och se med egna ögon att anledningen till att vi ska bry oss är för att djur lider. Djuren har ingen talan, därför måste någon föra den åt dem!


domingo, 30 de enero de 2011

EL SINIESTRO DE LA CÁRCEL SAN MIGUEL
SANTIAGO DE CHILE


“El sistema persecutorio es selectivo y la pobreza es un factor. Los pobres no son más delincuentes, pero sí son más perseguidos”.

Por: Jorge Rubio

“¡Se les acabó la fiesta a los delincuentes”!. “Tolerancia cero”. Así rezaban algunos de los afiches de propaganda de Piñera para las últimas elecciones presidenciales en Chile. Y los de la Concertación, presurosos, se sumaban al concierto que exigía “mano dura”, fin de la llamada “puerta giratoria” y “castigos ejemplares, encerrando a los antisociales tras las rejas tirando las llaves”.

Eso fue precisamente lo que sucedió esa madrugada del miércoles 8 de diciembre, cuando el país fue testigo de la mayor tragedia carcelaria en la historia de Chile: 81 reos perecieron abrazados por las llamas o asfixiados por el humo durante un incendio en una de las torres del presidio de San Miguel, en Santiago, la capital del país. Otros cuantos permanecen aún con riesgo vital producto de las quemaduras y del humo que se le metió a su organismo.

La información del siniestro lo dio un preso por medio de su teléfono celular a bomberos y a un canal de televisión, la que ha sido confirmada por la dirección de bomberos y del canal de televisión. Según los presos, gendarmería, durante al menos dos horas, no tomó ninguna medida para evacuar a los internos, al contrario, “hacían risa del sufrimiento y no abrieron a tiempo los módulos carcelarios”, Esto quedó demostrado por las varias imágenes de vecinos del sector de la cárcel que vieron y grabaron en sus filmadoras caseras los momento de terror que vivieron los reos en esas horas de espanto, clamando porque les abrieran las puertas de las celdas. Aun más, se debe destacar el hecho de que los bomberos fueron allanados cuando quisieron ingresar a la cárcel a apagar el fuego, lo cual demoró su acción de salvataje.

La capacidad de la Cárcel de San Miguel es de 700 cupos, y al día del incendio tenía 1900 reclusos. Esta misma realidad existe en todas las cárceles del país, con condiciones de hacinamiento inmensas. Esto lo corrobora la defensora nacional, Paula Vial, quien considera como “insostenible” la situación de hacinamiento por la que atraviesa el sistema carcelario del país, problemática que volvió a instalarse en la agenda pública luego del incendio del pasado 8 de diciembre. Agrega, además: “En 10 metros cuadrados pueden llegar a vivir más de 50 reos, y sólo eso, por decencia, es insostenible”, argumentó.

El hacinamiento en las cárceles del País, obedece en buena medida a la actual Reforma Procesal que aplica penas que datan del siglo 19. Aquí hubo casos donde no se respetaron penas alternativas o remisión de la misma a quienes hubiesen sido condenados a menos de 5 años: un joven de 20 años, arrestado por beber en la vía pública; otro que vendía CD:s “pirateados”; y uno más que fue detenido por infracciones menores pagaron con su vida o resultaron gravemente heridos. Ejercer el comercio ambulante para sobrevivir la cesantía se castiga con el encierro, junto a criminales, violadores y otra calaña. No todos los delitos son iguales, ni todas las sanciones pueden ser iguales y no todos tienen que ir a la cárcel.

Presurosos, ministros, diputados, senadores, apoyados por las frases de obispos y curas y, ciertamente, por medios de comunicación afines al sistema, se apresuraron en ofrecer el pésame a las familias de los fallecidos, prometiendo esclarecer las circunstancias del siniestro que acabó con la vida de los reos y adoptando medidas para evitar una repetición de tan macabro hecho.

Lejos estaban las voces airadas que pedían más mano dura; más recintos penitenciarios y penas más prolongadas para los infractores: lo políticamente correcto debía primar.

Nuestras castas políticas no entendieron nada de estos mensajes y las cárceles seguirán siendo pabellones de la muerte. Ahora se dedican a culparse entre ellas, dando un miserable espectáculo ante la opinión pública.
Hoy, mientras muchas familias lloran a sus muertos y un olor agridulce inunda la zona más cercana a la cárcel de la tragedia, se hace mención a la precariedad de infraestructura del sistema penitenciario, a la falta de recursos financieros, materiales y humanos, al hacinamiento. Las cárceles concesionadas vuelven a la palestra mientras empresas nacionales y españolas se frotan las manos, pues son un buen negocio, de alta rentabilidad, pero de rehabilitación ni una palabra.

“Creceremos al seis o siete por ciento”, pregonan el presidente y su ministro de hacienda, aunque en verdad, ese ritmo de crecimiento se da sólo en la población penal, con más de 55 mil ciudadanos y ciudadanas tras las rejas; el doble de hace 15 años. Una de las más altas de América Latina.

El siniestro de la cárcel San Miguel, de Santiago de Chile, quedará grabado en la memoria de una sociedad que clama muchas veces más por revancha que por justicia, porque si de justicia se tratara, apellidos de alcurnia, políticos, empresarios, civiles connotados, militares, policías y curas, hubiesen sido también alcanzados por las llamas.